Páginas

30 de septiembre de 2010

informe septiembre - consolidar una idea.

Cierra el primer ciclo Quique con un arranque notable, tres victorias obligatorias y una buena imagen ante dos rivales directos. Se quita a Valencia y Barcelona del calendario, a pesar de lograr solo 1 punto ante ambos. Ante el campeón a pleno rendimiento, aguantó con Agüero cojeando e incluso tuvo sus opciones. Aunque otra lectura sería que De Gea salvó de un marcador mayor. Y ante el Valencia, al equipo sencillamente se le acabó la gasolina, tras propuesta inteligente de Quique.



El papel en Europa empañó algo el primer mes de competición. La derrota en Chipre (1-0) y el empate frente al Leverkusen (1-1) obligan al equipo a remar para no perder de vista los puestos de cabeza.

Números de Champions.
10 puntos de 15 posibles (66%); y aún así, 4 equipos hicieron más puntaje, dos de los cuales fueron rivales directos. La presencia de Valencia, Villarreal y Atlético cerca de Barça y Madrid deja más igualado el inicio actual que el de la liga de los 99; con plenos de losdos a estas alturas. Sólo en un mes ya se han dejado 3 y 4 puntos ante rivales modestos -Hércules, Levante y Mallorca-.


- El arranque más competido de las grandes ligas: con 10 de 15 en Inglaterra irías 4º, en Alemania 3º y en Italia serías líder.
- El 66% supone 75 puntos a final de temporada, cifra que aseguró el 3º puesto las últimas cuatro campañas. En 06-07, el R. Madrid fue campeón con el 66%: 76 puntos.




Estabilidad defensiva.
Estuvo sólido el Atlético este inicio, o al menos lo aparentó. Encajó 4 tantos en 5 partidos, la mitad ante el Barcelona. Pero, a pesar de minimizar errores en defensa, los números dicen que fue el equipo más disparado, haciendo imprescindible la intervención de De Gea.

El equipo abusó del cemento y las altas revoluciones. Por otro lado, es lo que permite su plantilla, falta de tocadores y con exceso de velocistas. Solo un tiempo ante el Zaragoza, con la presencia de Tiago, combinó con cierto criterio. Echa en falta el juego interior que daba Jurado, y que de momento no aporta Mérida. Forlán, apostado de todocampista, donde triunfó en el Mundial, es lo más parecido a un 10 que tiene el equipo.




solidez. La defensa es el gran plus de este equipo. No hay patadas al viento, ni agüjeros, ni marcas de plastilina. Godín amplía la gama y De Gea se confirma como el gran portero español del futuro.

reparaciones. Quique al rescate. Se recupera el nivel de jugadores en evidente crecimiento, tras superar diversos estancos: Perea vuelve a ser fiable; Raúl García multiplica virtudes y esconde defectos; y Simao aligeró su calendario para recuperar sus marchas largas.

calma. Parecen lejanos los tiempos de revuelta en la grada, enfrentamiento con la directiva, el enfermo terminal... La comunión grada-futbolistas está en un gran momento y parece inevitable apuntar a Quique, que en once meses se ha convertido ya en el técnico atlético más apreciado de los últimos años.





demasiadadestrucción. La cara B del nivel defensivo es la densidad en la contrucción. García se ha descubierto como recuperador y lanzador, pero no es organizador. Tampoco Assunçao, notable en su papel. La aparición medio tiempo de Tiago ante el Zaragoza avista soluciones, pero Mérida debe despegar para controlar más fases del partido.

descansos. O Quique comienza a usar su banquillo o el equipo seguirá llegando a los tramos finales con la lengua fuera. No ayudó el rendimiento de los secundarios en Chipre, pero dosificar esfuerzos es clave para mantener un rendimiento alto, véase Valencia.

expulsiones
. Faltó cabeza para controlar dos acciones violentas innecesarias que no tuvieron repercusión en los marcadores, pero que podrían haber hecho mucho daño, sobre todo la de Reyes. 2 expulsiones en 5 partidos es un hándicap peligroso.


* El encuentro Atlético-Sporting, disputado el 30 de agosto, se incluye en el mes de Septiembre a efectos estadísticos.

mvp septiembre: godín.


Brilló más Agüero en el arranque y De Gea estuvo enorme ante el Barcelona, pero la regularidad del zaguero le coloca como mejor futbolista del mes liguero de Septiembre. Escondido de los focos, el uruguayo es un futbolista de altísimas prestaciones. Robusto en el corte, embolsa cuando va al suelo y sale siempre vencedor en el salto. Prácticamente impenetrable, sabe barrer y le ha dado salida fresca a un equipo sin organizador.

A su lado, Perea se ha crecido y Domínguez ejerce de escolta con notable eficiencia. Sumado al salto de De Gea, la actual es la defensa atlética más solvente de los últimos años.


Otros nombres propios.
agüero. Arrancó guiando el ataque ante el Sporting y estuvo colosal en San Mamés. Arrastró el resto del mes la lesión, y tuvo una apresurada reaparición ante el Barça. Si afronta con madurez la etapa que le está por llegar como futbolista, el Atlético será extremadamente más fuerte. Su capacidad de contagio, sobre todo con Forlán, le hace imprescindible.

de gea. Echó el cerrojo ante el Barça, con media docena de paradas y cumplió en Valencia. El portero que más interviene de la Liga, aunque la línea adelantada hace que muchos disparos vengan de larga distancia. Mentalmente prodigioso, enfría la temperatura defensiva y ha sabido controlar incluso la reciente campaña mediática.

raúl garcía. Se ha reencontrado, acertando en la recuperación y convirtiéndose en el tirachinas del frente ofensivo. Comprende que no tiene juego asociativo ni viveza para enredar, pero sí un notable pase largo y despliegue para cortar y llegar. Está aprendiendo a manejar su motor diésel y la madurez le ha traído estabilidad y confianza.

simao. Gran mejora, tras aligerar calendario. Brillante producción ofensiva, con 2 goles y 2 asistencias. Ha participado en 5 de los 9 goles (55%): marcó vs Sporting; en Bilbao asistió a Forlán y un tiro suyo lo remachó Tiago; lanzó el corner ante el Barcelona y volvió a anotar al Valencia.

tiago cambia el guión. ATLÉTICO 1 - BAYER 1


Lesionado Agüero y ausente Forlán, el Atlético ha bajado un pistón y ha visto la necesidad de rascar recursos y tirar de futbolistas de otro perfil. Puede que el marcador no refleje mejorías, pero medio acto ante el Zaragoza y otro medio ante el Bayer Leverkusen han confirmado una intuición: Tiago es la esperanza de este equipo.

Hasta la salida del portugués, en el descanso, el Atlético deambulaba con blandura, sin brújula, impreciso y demasiado plano en la salida. Denso en los costados, con Simao atascado y Reyes acribillado, la desaparición de Forlán obligó al equipo a agarrarse al nuevo, Diego Costa, que se desgastó con convicción. Ha entendido el brasileño que si aporta despliegue en un coro donde su talento queda empañado, sus opciones aumentan como perfil de delantero de combate. Incluso descargó a Reyes en ataque haciéndose a ratos con la parcela diestra habitual del utrerano.
El orden funcionarial del Atlético chocó contra un Bayer que jugó con sensatez, ligero, en la línea que marcó el combinado alemán en Sudáfrica. Equipo joven y ambicioso, el conjunto de Heynckes supone aire fresco tras años de metalurgia germana. Despertaba preocupación la talla alemana, con diez titulares por encima del metro ochenta, pero el peligro no vino precisamente de las alturas. Bajaron el balón al pasto y movieron con criterio, muy verticales, guiados por el chileno Vidal, futbolista ágil e incómodo, y espoleado en las alas por Barnetta y Sam, a menudo peligrosos ante la parsimonia atlética.


Terminaron los rojiblancos por pagar su languidez, con un gol tras extraña carambola a la salida de un córner, incluida chilena de Filipe a la madera de su portería. Fue el suizo Derdiyok, que mató a Domínguez con sus diagonales, quien remachó el balón a la red de De Gea.


Tiago alzó la voz.
Tras el descanso, nuevo guión. Reacción fulgurante de Quique, que metió toda la chispa que tenía con Tiago y Mérida. Sacó con justicia de la cancha a Forlán, en preocupante descenso desde que no le acompaña Agüero. A los treinta segundos ya se atisbó otro partido. Tiago guió la recuperación y la grada se apuntó a la épica europea. Gobierna los partidos el portugués con una autoridad aplastante. Lidera porque ve más que nadie, porque la toca mejor y porque aparece allí donde se le demanda. Mediocampista total, igual brama al compañero que acaricia con finura el esférico. Reparte con inteligencia su presencia en el campo, sabe cuando conducir y cuando pausar; cuando fijar y cuando descolgarse. Su aire cheli rescata de la memoria al Caminero de los 90, con quien comparte liderazgo en la cocina a golpe de talento. Del rendimiento de este futbolista depende el salto definitivo del Atlético.





El portugués encontró un buen socio en Mérida, que en su primera incursión se cruzó en el área con el eterno Hyypiä, 36 primaveras, que se lo llevó por delante como un tren expreso. Simao asumió galones y marcó el penalti. Grata impresión la que causó el joven catalán, falto como está el Atlético de un futbolista capaz de hilvanar en tres cuartos de campo. Vertical, atrevido y de buena conducción, sus movimientos siempre llevaron mala intención. Despertó además del letargo a laterales y extremos, especialmente a Filipe Luis, muy participativo de nuevo, que se despegó de su línea para aparecer con peligro por su costado.

Dos coladas de Ujfalusi pudieron inclinar la balanza en el tramo final. La primera, tras pase en profundidad de Tiago, terminó con un centro envenenado que Adler desvió in extremis. En la segunda, más clara, el checo se internó hasta la línea y colgó medido hacia Reyes, que marró el cabezazo en plancha. La ofensiva final pudo sostenerse gracias al despliegue descomunal de Assunçao por todo el terreno, futbolista que crece en los tramos finales, cuando el cansancio atenaza al resto.

Sigue sin ganar el Atlético tras dos partidos en Europa, mala noticia, pero encontrar soluciones a la ausencia de sus dos estrellas debe leerse como una señal positiva, más aún si es con futbolistas capaces de engrasar la maquinaria y hacer mejores al resto.


27 de septiembre de 2010

el atlético sobrevive a reyes. ATLÉTICO 1 - ZARAGOZA 0

Afrontaba el Atlético un partido bisagra, tras eludir un calendario difícil, para esclarecer sus verdaderas posibilidades en la competición. Las cosas marchaban con comodidad, hasta que en la segunda mitad se sucedió el carrusel de disparates. Primero el colegiado señaló cesión en una recuperación de Tiago a treinta metros de su guardameta. La acción no tuvo repercusiones mayores, pero encendió tanto la caldera rojiblanca que Reyes convirtió la indignación en violencia. En la jugada siguiente, ajustició al primero que se le cruzó, Contini, con una agresión a diez zancadas del balón. Una acción infantil, innecesaria y descomunal que pudo salir mucho más cara.

Con la expulsión, el partido se rompió. Quique se enredó con los cambios y el Zaragoza despertó. Porque hasta entonces el Atlético carburaba. Volvió por momentos a encontrar el sentido lúdico del juego tras varios encuentros graníticos. Una hora de buenas sensaciones, con control del balón, debut notable de Filipe Luis, gol de Costa y cero preocupaciones. Tiago manejaba en la cocina, con el equipo por primera vez más interesado en la zona ancha que en las áreas.


Solo bastó un periodo para entender que el portugués tiene en su mano el salto de calidad de este equipo. No porque sea el futbolista más desequilibrante, sino por ser el que más influencia tiene sobre el colectivo. Sabe de pausas y de ritmo. Nunca le sobra un toque, apoya, defiende y adelanta la presión. Hace jugar al resto, se ofrece allí donde hace falta y además recupera. Con continuidad, y sumado al bloque defensivo y la pegada de sus estrellas, el grupo podría encontrar su equilibrio.

La gran noticia, además de la descongestión que aporta Tiago, fue la aparición de Filipe en el costado. El lateral completó una primera parte notable, correcto en defensa y con solvente salida en banda. Se lanzó al ataque sin recelo, combinó bien con Simao, y cabalgó para asistir a Diego Costa en el gol atlético. Tiene Flores un futbolista de una envergadura formidable, que lee el juego y al que le acompaña la técnica, un futbolista que puede darle otra dimensión al juego ancho del equipo.


Precisamente el zurdo brasileño estuvo a punto de hacer el segundo, tras empalar un balón que se marchó acariciando el palo de Leo Franco. El guardameta argentino, que volvía al Calderón, tuvo que marcharse magullado entre la ovación de la grada. Minutos después, de una gran combinación entre Tiago y Reyes salió una asistencia para Costa que Doblas, recién ingresado, tuvo que rechazar. El atacante brasileño, de nuevo pareja de un gris Forlán, estuvo bullicioso y aplicado en el despliegue.

Tras la autoexpulsión de Reyes, el partido viró. No hacia el Zaragoza, sino hacia una zona muerta donde los maños ganaron posesión y algunos metros, pero se negaron en ataque. Tuvo que ver que Quique retirará a Tiago, entendiendo que necesitaba más guerrear que controlar, e introduciera a Mario Suárez.

Para entonces también había entrado Sinama, otro ex atlético, para jugar al lado de Marco Pérez, pero entre ambos apenas sumaron un delantero decente. Bien guiados en ese tramo por la conexión Gabi-Ander Herrera, los de Gay no apañaron a trenzar una jugada en tres cuartos de cancha. El talento maño empieza y acaba en Herrera, de largo su mejor futbolista sobre el campo, poco acompañado esta vez por sus compañeros. Lafita encaró de vez en cuando, pero la defensa adelantada de los atléticos les impedía pisar el área y solo un par de disparos lejanos de Gabi exigieron que De Gea se quitara las telarañas.

Con diez, Costa parcheó con voluntad en banda derecha hasta la entrada de
Valera y Godín estuvo cerca de anotar a la salida de un córner. Notable partido de nuevo del uruguayo, que achicó por tierra y aire, y que incluso volvió al terreno en un ejercicio de coraje tras ser atendido de un golpe en el muslo. Ayudó al sostén defensivo final el despliegue de Assunçao, que barrió su zona y la del resto con impecable eficacia.

Dió el último tramo para ver unos minutos a Agüero, lento y fuera de forma, pero de cuya recuperación depende la mejoría definitiva del grupo. Le hace falta también a Forlán la compañía del argentino, sin el cual se minimiza y la carga de responsabilidad es mucho mayor.

23 de septiembre de 2010

los aspirantes tiran de pizarra. VALENCIA 1 - ATLÉTICO 1


Un remate en las alturas de Aduriz tumbó la apuesta táctica de Flores, brillante mientras aguantó la gasolina de sus chicos, tras disputar tres partidos en seis días sin apenas cambios. El duelo sobre el tablero de Quique y Emery lo partió el descanso, dando un acto a cada uno. No hay otra oportunidad para Atlético y Valencia de acosar a losdos que rozar la perfección, como indica el míster atlético, lo cual pasa por minimizar errores y sacar provecho a lo que uno y otro tienen, que no es poco.

Atinó más Emery en los relevos, dando aire al equipo con la entrada de Soldado y Pablo Hernández. Del lado atlético, la mejor señal fue de nuevo su solidez defensiva, el acoplamiento de las dos líneas intermedias y la generosidad de sus futbolistas más talentosos. Y que atrás tiene a De Gea, superlativo, el portero más atacado de la competición, que acumula actuaciones de mérito para la temporada de su consagración.


Ante la ausencia de Agüero, prefirió Quique el músculo de Costa a la sutileza de Mérida, y la apuesta le salió redonda. En el primer periodo, ahogó la salida de balón ché, poniendo en evidencia a sus centrales y recuperando en campo contrario. Mientras el Atlético tuvo gas, el Valencia no cosió tres pases seguidos. Joaquín no llegaba, Domínguez se quedó atrapado entre dos muros y Mata, desplazado en la izquierda, terminó por escapar de Perea para contactar con el balón. El colombiano dió una lección defensiva: encaró con astucia la habilidad del asturiano, se aplicó contundente ante el músculo de Mathieu, y fue al corte con velocidad por detrás de sus centrales.

Estático el Valencia en sus ataques, la única vía fueron los balones sobre la cabeza de Aduriz o para su control de espaldas, alguno peligroso, pero todos previsibles. Aguardaba agazapado el Atlético, defendiendo de cara, con relativa comodidad. Y así pegó el zarpazo. Tras un córner del Valencia, salió en estampida, liderado por Forlán, que primero aparentó templar y después bombeó hacia la carrera de Antonio López, quien cedió a Simao para que batiera a César. El portugués, que anotó su segundo tanto, los mismos que toda la liga pasada, tuvo una actuación notable; se movió con inteligencia, estuvo ágil y jugó con criterio, agradeciendo haberse aligerado este curso de partidos.

Siguió a la carrera el Atlético, dominando su área y controlando los duelos en banda, como el de Reyes con Mathieu, y con un Raúl García jerárquico y aseado. Balones a la carrera para su frente atacante y pocas dudas en el ejercicio defensivo. Superior en el tablero, pero insulso en el juego, sustituyó la combinación por cargas de caballería.

El partido se hubiera cerrado si Forlán, que dribló a César tras gran asistencia de Raúl García, hubiera arriesgado con el disparo cruzado en lugar de tratar de llevar el balón hasta la red. El uruguayo, que entendió su papel en un duelo sin brillantina, se vació por el grupo y estuvo generoso en la presión.

Para la segunda mitad, Emery tuvo más planes que Quique. Inclinó el campo con los cambios; Soldado aportó movilidad y Pablo Hernández avisó nada más salir con un misil desde fuera del área. De Gea, prodigioso, se aplicó con una gran estirada a media altura. El portero amargaría después a Soldado tras detenerle primero un latigazo lejano y después un cabezazo franco.

Tanto empujaba el Valencia que terminó por ir a morder Albelda a una esquina, de donde sacó un balón para los muelles de Aduriz, que se elevó por encima de Perea para lograr el empate. No merecía menos el Valencia, que hizo méritos porque le tocó remar en casa, no porque no comparta con el Atlético discurso granítico. De la continuidad que ambos puedan darle a su apuesta por la contundencia dependerán sus opciones de ser una alternativa real a losdos.

20 de septiembre de 2010

el barça tiene otra marcha. ATLÉTICO 1 - BARCELONA 2


Pocos equipos tienen respuesta cuando aparece la mejor versión del equipo de Guardiola. El Atlético la tuvo en el pasado más reciente, entrando con valentía al intercambio de golpes y saliendo a menudo vencedor. No fue posible esta vez, porque el despliegue blaugrana fue impecable. Cuando el Hércules pareció mostrar el camino para hacer hincar las rodillas al campeón, Guardiola dió una nueva lección táctica.

El técnico catalán, que esperaba la presión rojiblanca para ahogar el juego interior, rebuscó en la libreta hasta hallar la receta. Estiró tanto el equipo que hizo inabarcable la presión. Entre su primer y último jugador la distancia era enorme. Con la posesión, Busquets se retrasaba hasta incrustarse entre los centrales. Si Assunçao le perseguía, desguarnecía el medio. Si no lo hacía, el Barça encontraba salida en corto. Pedro y Villa, en los extremos, dilataban el campo y se mostraban como solución en largo. Así Xavi e Iniesta ganaban espacio para pedir y tocar. Y en medio de todos, Messi, que flotó por todo el campo, con libertad, más para asociarse que para llegar.

Pocos futbolistas son capaces de dar un centenar de pases durante un encuentro en campo rival. Xavi es uno de ellos. La receta de tocar rápido y no abusar de la conducción termina por ser una bendición. Soltar la pelota con rápidez hace que regrese antes a sus pies. Debería ser una lección para algunos, especialmente Reyes, que en su versión más individualista no ayuda en nada a su equipo.


Su egoísmo es patológico. Su capacidad para entender las zonas de riesgo, limitada. No se le discuten sus cualidades, extraordinarias, si no su criterio para desplegarlas. Su reinserción futbolística de los últimos meses ha pasado por comprender que forma parte de un engranaje mayor. No hay pega al despliegue defensivo del extremo, constante en la presión y generoso en las ayudas. Increiblemente, las carencias del sevillano se muestran en sus aptitudes ofensivas. Su brújula solo le permite una dirección; y su fútbol de patio de colegio es a menudo improductivo, casi siempre innecesario. Darle el balón es terminar la jugada, para bien o para mal. No hay primer toque en su fútbol y apenas asociación. Pierde innumerables balones, en parte porque su ambición no conoce freno, y cuando desborda siempre vuelve a encarar. Así, resulta previsible y fácil de defender.

Forma parte de la extraña estirpe de los extremos, tan únicos como sobrevalorados. Acumula todas las virtudes propias del puesto, y probablemente todos sus defectos. Un futbolista así resulta esencial mientras el Atlético insista en evitar el control y apueste por las marchas largas. Es innegable que ante la ausencia del Kun todos le buscan, y el utrerano no se esconde. Pero a medio plazo, su codicia debería quedar limitada por el bien del grupo.

Porque el Kun jugó medio acto, pero como si no lo hubiera hecho. Su hambre es encomiable, pero debió entender que si no era capaz de dar un trote de diez metros, no estaba para jugar. Sin Agüero, también Forlán sacó su peor versión, perdido en el mapa táctico de Guardiola y sin acierto en los desmarques.


La posición de Iniesta, en paralelo a Xavi, hizo mucho daño al Atlético. Combinaba con extraordinaria velocidad y multiplicó los cambios de dirección, siempre con criterio. El triángulo de ambos con Messi fue demoledor. No lo utilizo en Barça para introducirse hasta la cocina por el medio, como acostumbra, sino para asegurar la posesión.

Aún así, el arranque atlético había sido voraz, metiendo todo el equipo en campo contrario para ahogar la salida rival. Aunque duró poco; a la primera que estiró el Barça, apareció el talento. Brillante conexión Xavi-Villa-Messi, que terminó con el asturiano solo antes De Gea y el balón estampado contra el palo. El rechace cayó a Pedro, ejemplo de lo que un extremo puede dar cuando deja de mirarse las botas, que asistió la entrada de Messi para el primer tanto.


No ofrecía respuesta el Atlético al ejercicio futbolístico azulgrana, pero donde no hubo fútbol, encontró oro Quique Flores, perseverante con la estrategia. Mandó buscar la frontal del área pequeña y forzar la salida de Valdés en los corners, y a la segunda acertó. Puños al cielo del guardameta, bloqueado por Domínguez, y testarazo de Raúl García. El navarro, que a su juego tosco ha incorporado una saneada salida de balón, continúa siendo una de las grandes noticias del inicio liguero.

La otra es, probablemente, Godín. Alrededor del uruguayo se pivota ahora todo el mecanismo defensivo. Correcto al tackling y con un formidable juego aéreo, ha dotado de una seguridad a la zaga que le dará mucho rédito a lo largo del año. Aún así, no molestó lo más mínimo a Piqué en la jugada del segundo tanto. Al central catalán no se le ocurrió otra cosa que controlar con el pecho un saque de esquina, para patear a la red desde el segundo palo. Tan heterodoxo como indefendible.


Un Barça más rematador.
Además del dibujo, Guardiola había cambiado el guión en el último tercio del campo. Prohibió los arabescos y ordenó incrementar la nómina de disparos desde la frontal. Terminando las jugadas se aseguraba además evitar el contragolpe atlético. Media docena de disparos en la segunda mitad exigieron lo mejor de De Gea. Y el guardameta salió airoso, con acrobacias extraordinarios. La única razón por la que el Atlético llegó vivo al tramo final fue la sensacional actuación de su veinteañero guardameta. El joven madrileño no solo es bueno, sino que lo parece. Su planta impone, sus movimientos son ágiles y certeros, ataja siempre que puede, y cuando no, el despeje es hacia fuera.

Diego Costa, que había entrado por el maltrecho Agüero, agitó la presión y liberó a Forlán. Menos útil resultó la entrada de Tiago por García, el mejor sobre el campo hasta el recital de De Gea, y el cambio de cromos de Domínguez por Antonio López, a pesar de que el canterano estuviera amonestado. Mérida, que podía haber dado alguna solución en el arreón final, aguantó en el banco. Un disparo ajustado de Reyes fue la única señal clara de la agónica bravura atlética. En el añadido, Ujfalusi convirtió la frustración en violencia con un pisotón a Messi que mandó a ambos a la caseta, el primero expulsado y el segundo lisiado. El checo espera la sanción por lesionar a la estrella blaugrana.

16 de septiembre de 2010

el campeón se atasca. ARIS 1 - ATLÉTICO 0

Que Agüero representa el salto de calidad de este equipo no es noticia; pero que, en su primera ausencia, el Atlético se iba a encontrar tan hueco no lo sospechaba ni siquiera Quique Flores. El técnico rojiblanco, entre todas las opciones posibles para sustituir al Kun, apostó por la más musculosa. Cambió el dibujo, y calzó a Tiago detrás de Forlán, desde donde flotó arriba y abajo sin asistir ni en un lado ni en el otro.

No se reconoció el Atlético en su arranque por la defensa del título europeo. Se mostró sin intensidad, insípido y tan confiado que salió al campo trotando.
Debutó Mérida, que debía auxiliar al portugués a pierna cambiada, pero estuvo previsible por dentro y timorato por fuera. Con Forlán varado en punta, no hubo solución ofensiva al atasco atlético.

Sin la excitación del Kun, el equipo fue una sombra. No quemó la grada como se esperaba, correcta y animosa, ni mordió el Aris como se anunció. Fue un equipo simplón, solo incómodo para el mal día rojiblanco. Los de Cúper tienen el guíón aprendido: robar, correr y disparar, a ser posible todo por el mismo hombre. Solo que los tiros eran despejes, y durante el primer acto el encuentro fue un suplicio. Ha armado el argentino un conjunto tan tosco como fiable, un bloque de funcionarios arisco y cumplidor, a los que el Atlético nunca preocupó. Sólo los españoles Koke y Javito aportan algo de lírica al mecano griego.
No contectaba Tiago, que no entendía su puesto y se adelantaba tanto que tropezaba con Forlán. El equipo se embruteció; Camacho se encoló a Raúl García, de lo poco rescatable, para formar un engrudo sin partitura alguna. La congestión por el medio aseguró el balón, pero nadie supo muy bien qué hacer con él. El joven canterano, con el que Quique debe seguir insistiendo, estuvo tierno, demasiado lento en un partido ya por sí plomizo. Su motor diesel tardó en entrar en juego, y le faltó valentia para hacerse con su parcela.

Los recambios no imprimían tensión y el equipo vagueaba a medio gas. Valera, horrible en el lateral, pareció siempre a punto de cortar o llegar, pero nunca logró ni una cosa ni otra. Sólo Godín y Domínguez estuvieron fiables, especialmente el uruguayo, que ha terminado con los titubeos en defensa.

Diego Costa despertó al equipo.

Sin solución al tedio, Quique reaccionó al descanso, volvió a la libreta y metió a Diego Costa por Raúl García. El equipo recuperó su esquema y con Tiago por detrás del balón, apareció el Atlético. También Costa ayudó a sacar al equipo del letargo. A ratos, estuvo vibrante el brasileño en sus arrancadas desde banda. Chispeó al equipo, a pesar de lo frontal, y él mismo avisó con un disparo cruzado al que respondió Faty con un puntapié lejanísimo.

Al menos durante un rato hubo partido, porque en una jugada tan aislada como probable, el ex canterano barcelonista Javito acudió al rechace de una disputa aérea y cazó un zurdazo desde la frontal que De Gea no pudo detener. Flores dió entrada inmediata a Reyes, que aportó poco, ofuscado en su versión más codiciosa.




Hay margen de solución en Europa y es probable que la derrota no afecte a la disputa doméstica, pero el primer tropezón debe dar la verdadera medida tras un mes eufórico. La vuelta a la realidad puede convertirse en una anécdota o desatar una tormenta; de la respuesta del grupo ante Barcelona y Valencia dependerá su futuro inmediato.

12 de septiembre de 2010

agüero asalta san mamés. ATHLETIC 1 - ATLÉTICO 2

Si las victorias comienzan desde atrás, como atina Flores, inevitablemente se finalizan delante con tipos como el Kun. Remendada la defensa atlética, su concurso ofensivo es cada vez más vital. En Bilbao estuvo imparable. Literalmente. No hubo manera para el Athletic de detenerle sin golpes.

En encuentros así, el argentino es un coloso. Batalla, presiona, cae a banda y siempre llega antes que el rival a las disputas. Tiene pausa para pivotar y vértigo para acelerar. Recorta multidirección, aguanta tarascadas y ve huecos donde pocos ven. Y su arranque es demoledor.


De sobra es conocida su clase, sin embargo, se crece Agüero en el barro, donde se impone por cuerpo y brío. La temperatura de la Catedral debe evocarle la cancha argentina; de los choques con los bigardos vascos salió siempre ganador. Durante una hora, el partido fue suyo, hasta que Gurpegui se hartó y le atropelló sobre la línea de la frontal en una acción que lesionó a ambos.

El Athletic preparó el encuentro desde la épica, la gresca y la pedrada. Exageradamente frontal, abusó del juego directo, donde Godín se doctoró ante Llorente. Asustó a ratos, más por el empuje de la grada, porque el balón voló más que rodó, siempre plano hacia los puntas. Tampoco pudo aparecer por la medular Javi Martínez, devorado por la mejor versión de Raúl García, cada vez más habitual.


Sin rédito por arriba y sin segunda jugada, el Athletic solo percutía. Mientras, el mediocampo atlético barría y se lanzaba en cabalgada. Especialmente activo estuvo Simao, que lideró la mayor parte de las arrancadas. Al portugués le dará la gasolina para una temporada mucho menos cargada, y deberá volverse a sentir importante. Pudo haber vuelto agotado tras un parón de selecciones, sin embargo, su retirada internacional deja su kilometraje en exclusiva para los rojiblancos.

Entonces, el Kun.

A los diez minutos, Agüero cayó en banda, recibió, controló, arrancó, bailó y asistió. Caballo sobre tablero de ajedrez, barriendo rivales en L; el Kun ha hecho del regate-rebote-regate una jugada registrada. El resto es Forlán. El uruguayo lleva contra los vascos 12 goles en 13 partidos, la mitad de rojiblanco. En medio, simpático tacón-tropezón de Simao para asistir al uruguayo.


El partido se ponía donde lo quería Quique Flores. Tocaba examen defensivo. El equipo tiró la defensa arriba para sacar a Llorente del área y multiplicó las ayudas, destacando ambos laterales en el incordio al salto. Quique ha ordenado, confiado y motivado; pero sobre todo le ha dado pasión a este equipo. Hay gente que vivía angustiada y que ahora disfruta, como Perea, López o García. Y así la solidaridad sale sola, como evidenciaba ver a Reyes arremangado en banda.

Durante un rato, el partido se embarró. Diego Costa, que había entrado por el lesionado Agüero, estuvo fallón en un remate franco y después desperdició misteriosamente un 4 contra 1 yéndose a perder tiempo al córner. Acertó en cambio antes el brasileño guiando el contragolpe marca de la casa que cerró Tiago, al que Quique hizo debutar de falso interior.
El Athletic se había reactivado un rato antes gracias a los cambios. Perea, que llevaba un partido perfecto, presionó a Muniaín hasta su casa, tanto que dejó una autopista para que De Marcos sirviera a Llorente, que solo pudo superar a la defensa atlética por abajo. No cerró Tiago, despistado en la banda.

Es evidente que el Atlético ha crecido. Si la temporada pasada solo venció un encuentro liguero a domicilio, en esta ya lleva la mitad. A un ataque de primera ha sumado una defensa de categoría. Puede que le ataquen lo mismo que otras campañas, pero es que esta vez defiende muy bien. A lo que había, que Quique rehabilitó -Perea, A. López- o alumbró -De Gea, Domínguez-, se ha sumado el uruguayo Godín. No se oía gritar tan alto en el área rojiblanca desde los tiempos de Simeone. Y queda Filipe, a quien Quique, como hizo con Salvio, reserva para hacer debutar al máximo nivel. Discutible, pero alguien le discute algo ahora. Líder aún, por cierto.