"Hemos pagado el despiste del gol y la expulsión." Manzano.
El primer test del curso arrastra una resaca familiar. El Atlético, a pleno verano, aún conserva sus vicios del pasado, colea la endemia de su tendencia a la dispersión. Ante el Stromsgodset, armó un encuentro sin trenza, resuelto a chispazos y puesto en peligro por la decadente rutina de una defensa de feria, independientemente de sus habitantes. En eso no hay novedad. Reforzada con Joel, Silvio y Miranda -que terminó expulsado-, los nuevos elementos de la retaguardia adoptan enseguida el gen atlético de custodia surrealista de su arco. Un error en los minutos finales convirtió la agradable pachanga veraniega en un trago que costará engullir en tierras escandinavas.
Antes de eso, dos caricias insolentes de Reyes había puesto la eliminatoria de cara. El tono altivo que pasea el sevillano le confirma como nuevo jefe de la manada y jugador franquicia del Atlético. Aprender a vivir sin Agüero pasa por encontrarle heredero al máximo trono, al menos de cara a la galería. Reyes apunta a ello. El extremo encontró sus mejores aliados en la efusividad de Forlán y la visión periférica de Adrián. El asturiano resuelve con acierto casi todo lo que no implica golear. Tiene desmarque, presión, caída a banda, juego interior y ganas de hacer compinches en el juego. “Un 9 atípico”, se definía en su presentación. Del uruguayo tenemos noticias porque la celeste se le adhiere al pecho como una malla y multiplica sus poderes. Un futbolista nuevo a su vuelta, parece aparentar, y sin fisuras con el escudo atlético. Debe remar, pero la grada de momento le sopla el viento.
El regreso de Manzano solapó el de Gabi, que poco tiene que ver con chico tembloroso que abandonó el Calderón hace cuatro años. El exzaragocista no hace nada que no hicieran los últimos inquilinos del mediocampo, es cierto, pero su índice de acierto en los pequeños asuntos es elevado, lo cual ya es noticia. El madrileño armó con Tiago un eje sin ladrillo, que pretende defender desde la presión adelantada, la recuperación en zona de riesgo y, a la larga, una posesión elevada. Funcionó a medias. No es el mejor plan cuando el depósito da para apenas un acto.
Hechas las presentaciones y lanzados los improperios de la grada al desafecto de los prófugos, la primera mitad no pasó del tono amistoso propio de un equipo a finales de julio. Al ralentí, el Atleti se mantuvo a temperatura moderada, lejos de un encendido graderío, que reubicaba ídolos a trompicones. Los desaires de Forlán se incrustaron al pasado para dar nefasta cita a Agüero y De Gea, los grandes villanos del verano rojiblanco.
El nivel físico del Stromgodset, a mitad de campeonato, se evidenció con el paso de los minutos. Ganó terreno, trastabilló el juego atlético y pisó área. Joel estuvo tierno en un disparo lejano de Konradsen y derribó después a Berget en la pelea por el rechace. El árbitro ignoró la acción. Tardó una hora el Atlético en aplicar talento a la causa. Forlán levantó la visera y encontró en el área a Adrián, que descendió el globo con un malabar y lo amansó para la zurda de Reyes, que pasaba por ahí. El balón dibujó una comba y se alojó obediente en la red nórdica para tranquilidad de los fieles. Aire en el Calderón y amago de tarde festiva.
Forlán se animó y rozó el segundo en un cabezazo a la cepa del poste tras una cabalgada hiperbárica de Silvio, enérgico en sus excursiones. Pero sería de nuevo la maña de Adrián la que daría un nuevo tanto. El 9 atípico se coló entre los dos centrales, pero en vez de correr, hizo la de Narváez: aguantar, girar y asistir. Llegaba Salvio a trote risueño, pero le pasó por el costado un avión y el balón terminó de nuevo en la red. Era la zurda de Reyes y su segundo arrumaco al respetable. 2-0 y Atleti-Atleti, Agüero-no-se-qué y diles-que-se-vayan.
Sí se fue Miranda, sin embargo, en una acción compleja, pues no era el último defensor en la carrera de Berget. Con diez, el bajón de azúcar final se dió en el relevo de Tiago por Raúl García, en mitad de una acción de estrategia rival. La defensa atlética aún buscaba gamusinos cuando Storflor se coló hasta donde quiso y anotó para los noruegos. Autopista incluída de Silvio I el ofensivo, por cierto. El 2-1 deja escozor y reduce el margen de error del equipo, que deberá darse un hervor para no pasar apuros en Noruega.
Antes de eso, dos caricias insolentes de Reyes había puesto la eliminatoria de cara. El tono altivo que pasea el sevillano le confirma como nuevo jefe de la manada y jugador franquicia del Atlético. Aprender a vivir sin Agüero pasa por encontrarle heredero al máximo trono, al menos de cara a la galería. Reyes apunta a ello. El extremo encontró sus mejores aliados en la efusividad de Forlán y la visión periférica de Adrián. El asturiano resuelve con acierto casi todo lo que no implica golear. Tiene desmarque, presión, caída a banda, juego interior y ganas de hacer compinches en el juego. “Un 9 atípico”, se definía en su presentación. Del uruguayo tenemos noticias porque la celeste se le adhiere al pecho como una malla y multiplica sus poderes. Un futbolista nuevo a su vuelta, parece aparentar, y sin fisuras con el escudo atlético. Debe remar, pero la grada de momento le sopla el viento.
El regreso de Manzano solapó el de Gabi, que poco tiene que ver con chico tembloroso que abandonó el Calderón hace cuatro años. El exzaragocista no hace nada que no hicieran los últimos inquilinos del mediocampo, es cierto, pero su índice de acierto en los pequeños asuntos es elevado, lo cual ya es noticia. El madrileño armó con Tiago un eje sin ladrillo, que pretende defender desde la presión adelantada, la recuperación en zona de riesgo y, a la larga, una posesión elevada. Funcionó a medias. No es el mejor plan cuando el depósito da para apenas un acto.
Hechas las presentaciones y lanzados los improperios de la grada al desafecto de los prófugos, la primera mitad no pasó del tono amistoso propio de un equipo a finales de julio. Al ralentí, el Atleti se mantuvo a temperatura moderada, lejos de un encendido graderío, que reubicaba ídolos a trompicones. Los desaires de Forlán se incrustaron al pasado para dar nefasta cita a Agüero y De Gea, los grandes villanos del verano rojiblanco.
El nivel físico del Stromgodset, a mitad de campeonato, se evidenció con el paso de los minutos. Ganó terreno, trastabilló el juego atlético y pisó área. Joel estuvo tierno en un disparo lejano de Konradsen y derribó después a Berget en la pelea por el rechace. El árbitro ignoró la acción. Tardó una hora el Atlético en aplicar talento a la causa. Forlán levantó la visera y encontró en el área a Adrián, que descendió el globo con un malabar y lo amansó para la zurda de Reyes, que pasaba por ahí. El balón dibujó una comba y se alojó obediente en la red nórdica para tranquilidad de los fieles. Aire en el Calderón y amago de tarde festiva.
Forlán se animó y rozó el segundo en un cabezazo a la cepa del poste tras una cabalgada hiperbárica de Silvio, enérgico en sus excursiones. Pero sería de nuevo la maña de Adrián la que daría un nuevo tanto. El 9 atípico se coló entre los dos centrales, pero en vez de correr, hizo la de Narváez: aguantar, girar y asistir. Llegaba Salvio a trote risueño, pero le pasó por el costado un avión y el balón terminó de nuevo en la red. Era la zurda de Reyes y su segundo arrumaco al respetable. 2-0 y Atleti-Atleti, Agüero-no-se-qué y diles-que-se-vayan.
Sí se fue Miranda, sin embargo, en una acción compleja, pues no era el último defensor en la carrera de Berget. Con diez, el bajón de azúcar final se dió en el relevo de Tiago por Raúl García, en mitad de una acción de estrategia rival. La defensa atlética aún buscaba gamusinos cuando Storflor se coló hasta donde quiso y anotó para los noruegos. Autopista incluída de Silvio I el ofensivo, por cierto. El 2-1 deja escozor y reduce el margen de error del equipo, que deberá darse un hervor para no pasar apuros en Noruega.