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27 de septiembre de 2010

el atlético sobrevive a reyes. ATLÉTICO 1 - ZARAGOZA 0

Afrontaba el Atlético un partido bisagra, tras eludir un calendario difícil, para esclarecer sus verdaderas posibilidades en la competición. Las cosas marchaban con comodidad, hasta que en la segunda mitad se sucedió el carrusel de disparates. Primero el colegiado señaló cesión en una recuperación de Tiago a treinta metros de su guardameta. La acción no tuvo repercusiones mayores, pero encendió tanto la caldera rojiblanca que Reyes convirtió la indignación en violencia. En la jugada siguiente, ajustició al primero que se le cruzó, Contini, con una agresión a diez zancadas del balón. Una acción infantil, innecesaria y descomunal que pudo salir mucho más cara.

Con la expulsión, el partido se rompió. Quique se enredó con los cambios y el Zaragoza despertó. Porque hasta entonces el Atlético carburaba. Volvió por momentos a encontrar el sentido lúdico del juego tras varios encuentros graníticos. Una hora de buenas sensaciones, con control del balón, debut notable de Filipe Luis, gol de Costa y cero preocupaciones. Tiago manejaba en la cocina, con el equipo por primera vez más interesado en la zona ancha que en las áreas.


Solo bastó un periodo para entender que el portugués tiene en su mano el salto de calidad de este equipo. No porque sea el futbolista más desequilibrante, sino por ser el que más influencia tiene sobre el colectivo. Sabe de pausas y de ritmo. Nunca le sobra un toque, apoya, defiende y adelanta la presión. Hace jugar al resto, se ofrece allí donde hace falta y además recupera. Con continuidad, y sumado al bloque defensivo y la pegada de sus estrellas, el grupo podría encontrar su equilibrio.

La gran noticia, además de la descongestión que aporta Tiago, fue la aparición de Filipe en el costado. El lateral completó una primera parte notable, correcto en defensa y con solvente salida en banda. Se lanzó al ataque sin recelo, combinó bien con Simao, y cabalgó para asistir a Diego Costa en el gol atlético. Tiene Flores un futbolista de una envergadura formidable, que lee el juego y al que le acompaña la técnica, un futbolista que puede darle otra dimensión al juego ancho del equipo.


Precisamente el zurdo brasileño estuvo a punto de hacer el segundo, tras empalar un balón que se marchó acariciando el palo de Leo Franco. El guardameta argentino, que volvía al Calderón, tuvo que marcharse magullado entre la ovación de la grada. Minutos después, de una gran combinación entre Tiago y Reyes salió una asistencia para Costa que Doblas, recién ingresado, tuvo que rechazar. El atacante brasileño, de nuevo pareja de un gris Forlán, estuvo bullicioso y aplicado en el despliegue.

Tras la autoexpulsión de Reyes, el partido viró. No hacia el Zaragoza, sino hacia una zona muerta donde los maños ganaron posesión y algunos metros, pero se negaron en ataque. Tuvo que ver que Quique retirará a Tiago, entendiendo que necesitaba más guerrear que controlar, e introduciera a Mario Suárez.

Para entonces también había entrado Sinama, otro ex atlético, para jugar al lado de Marco Pérez, pero entre ambos apenas sumaron un delantero decente. Bien guiados en ese tramo por la conexión Gabi-Ander Herrera, los de Gay no apañaron a trenzar una jugada en tres cuartos de cancha. El talento maño empieza y acaba en Herrera, de largo su mejor futbolista sobre el campo, poco acompañado esta vez por sus compañeros. Lafita encaró de vez en cuando, pero la defensa adelantada de los atléticos les impedía pisar el área y solo un par de disparos lejanos de Gabi exigieron que De Gea se quitara las telarañas.

Con diez, Costa parcheó con voluntad en banda derecha hasta la entrada de
Valera y Godín estuvo cerca de anotar a la salida de un córner. Notable partido de nuevo del uruguayo, que achicó por tierra y aire, y que incluso volvió al terreno en un ejercicio de coraje tras ser atendido de un golpe en el muslo. Ayudó al sostén defensivo final el despliegue de Assunçao, que barrió su zona y la del resto con impecable eficacia.

Dió el último tramo para ver unos minutos a Agüero, lento y fuera de forma, pero de cuya recuperación depende la mejoría definitiva del grupo. Le hace falta también a Forlán la compañía del argentino, sin el cual se minimiza y la carga de responsabilidad es mucho mayor.

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