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31 de agosto de 2011

manzano explora el 4-3-3.


"Estamos construyendo un sistema en el que queremos ser los protagonistas con el balón con el control del juego, salidas por fuera, dos hombres arriba y un enganche. En definitiva, queremos hacer un juego vistoso para que nuestra afición pueda disfrutar." Manzano.  


Tras los fogueos de la previa europea, el Atlético de Manzano presentó el pasado domingo ante Osasuna su nueva propuesta futbolística de manera oficial. Aún es pronto para evaluaciones y faltan piezas importantes que matizaran el diseño táctico del equipo, pero el planteamiento inicial merece atención. A pesar de que el sistema varía respecto a otras temporadas, el dibujo solo es el dibujo. Lo relevante no es tanto la numerología como la introducción de nuevos conceptos y sentido del juego.

El 4-3-3 aumenta la posesión por la ocupación central del terreno, pero la clave es lo que hacen los futbolistas con esa posesión. El centro del campo se movió en índices muy altos de seguridad en el pase: Gabi 79/72 (91%), Suárez 47/43 (91%) y Tiago 41/37 (90%). Línea de apoyo, pase corto, asociación. La confianza alrededor del protagonismo del balón se traslada a los centrales, que jamás dieron una patada para quitárselo de encima: Perea 44/43 (98%) y Domínguez 45/40 (90%).


1. Salida limpia. Todo empieza en Courtois, magnífico con los pies, que no rifa un balón. Ante Osasuna, hizo 36/30 en pases (83%), altísimo para un guardameta que debe despejar un buen número de balones. Los centrales se abren y los laterales salen. Eso obliga al rival a abrir demasiados frentes. En el saque del belga, tensión y 5 opciones de pase. Si los delanteros tapan a los centrales, Courtois juega con a los costados. Suárez bascula al lateral con balón para ofrecerse. Nace el pasillo. Si no hay jugada, balón atrás y vuelta a empezar.



2. Rombo como punto de partida. El trío del centro del campo pivota en torno a Suárez. Sin extremos, Gabi y Tiago juegan por dentro para aumentar la posesión. Reyes cierra el rombo posicional. Es la calma previa a los desmarques de ruptura. Las posiciones interiores de los centrocampistas permiten apariciones exteriores de Adrián y Salvio, pero sobre todo, la irrupción de los laterales, claves en el dibujo de Manzano.


3. La importancia de los laterales. Las bandas no se ocupan, se usan para aparecer. El rombo barre la zona central y deja los costados para la sorpresa. Allí acuden los laterales, que apenas conducen. Cuando reciben, deben estar ya en posición de encarar y centrar. Silvio tiene conceptos muy avanzados. Buena lectura, equilibrio, ágil en la marca y la anticipación. Maneja las dos piernas, la conducción y la aparición en ataque. Ofrece variantes. Es la primera salida exterior del equipo. Reyes está atento a los movimientos de los puntas. Si Adrián va al centro, el sevillano rompe hacia la banda. Los costados son la zona del basket. Se entra y se sale, nadie espera.


4. Doble barrera defensiva. El equipo presiona la primera línea para recuperar arriba, pero si la defensa es posicional, se pliega como un acordeón. No hay fisuras. Dos líneas compuestas de 7 hombres en lugar de los 8 habituales aseguran el centro y vacían los extremos, por lo que deben coordinarse en la basculación. Reyes permanece libre, para armar el contragolpe en caso de recuperación.


5. La zona Reyes. El sevillano se mueve en una gran franja ancha por detrás de los dos puntas, como hace Messi en el Barcelona. Cuando los delanteros se abren, actúa de falso 9, mientras que si baja a recibir y conduce, se le abren opciones de combinación con los dos puntas o la internada individual. Sin embargo, el sevillano está teniendo problemas para entender su rol. Se descoloca, desaparece y no tiene vía libre para conducir en carrera, su gran virtud. Centrado, sus prestaciones bajan. En la eliminatoria ante el Stromsgodset, aún de extremo en el 4-4-2, su rendimiento fue excelente, con tres goles y una asistencia. Desde que Manzano incorporó el rombo, el sevillano está perdido y ni llega ni asiste. Mejoró en las segundas partes, cuando Manzano metió a Elías y Arda como vértice del rombo y desplazó a Reyes hacia la delantera.

6. Gabi, el desatascador. Ante el bache inicial de Tiago, el canterano se ha hecho pronto con los galones en la zona central. Ante Osasuna, fue el futbolista más participativo. Cuando la combinación se agota, el equipo recurre a su pase interior y cambio de juego. El madrileño busca a los puntas y a Silvio, en el costado opuesto. El portugués participa más porque tanto Gabi como Tiago le lanzan al ataque, cosa que no ocurre con Filipe, que acostumbra a subir conduciendo.

7. Arda y Juanfran, alternativas. En la segunda mitad, Manzano dió entrada a Arda (m. 61) en el vértice del rombo. Reyes se fue al frente del ataque y por fin se enchufó. El sevillano necesita ver campo libre por delante suyo, bien en la banda o bien en punta, enjaulado se ahoga. Con la entrada de Juanfran por Tiago (m. 75), Manzano estiró el costado derecho y trazó un 4-2-3-1 convencional, con Reyes pegado al extremo zurdo y Adrián solo en punta.


8. Encajar las novedades.
Manzano ha estado funcionando desde julio con un bloque donde no estaban Falcao, Arda y Diego, las tres incorporaciones de última hora, junto a Pizzi. Con la llegada de elementos ofensivos se abre el abanico de opciones en ataque para el entrenador. Si decide mantener el rombo, Falcao y Reyes podrían entrar en ataque con Arda o Diego detrás. Más arriesgado sería hacer trabajar al brasileño en la línea de tres mediocentros, pues no tiene repliegue ni recuperación. Otra solución, más natural, es encajar el 4-2-3-1 con Reyes-Diego-Arda por detrás de Falcao.

En cualquier caso, Manzano está haciendo lo más complicado, que es convencer a un grupo que lleva años viviendo del talento individual de que es posible armar los partidos a través del juego coral y la posesión. A partir de ahí, las piezas de mayor calidad mejorarán el funcionamiento colectivo. Si el equipo no pierde las guías iniciales, puede estar a las puertas de un cambio sustancial, que asiente un modelo más allá de los futbolistas. Un lenguaje propio para el Atlético, una marca de identidad por encima incluso de los resultados. Por primera vez en años, el Atleti quiere el balón.


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28 de agosto de 2011

el atleti prueba el balón. ATLÉTICO 0 - OSASUNA 0


"Queremos hacer un juego vistoso para que nuestra afición pueda disfrutar." Manzano.  


A una liga que empieza en la 2ª jornada a las 12 de la mañana se le puede pedir cualquier cosa. Como que el Atlético tuviera un plan para colocar a la pelota por encima de todo lo demás. Ante Osasuna, hizo todos los deberes del buen gusto balompédico, todo lo que se exige a un despliegue generoso con el fútbol más placentero. Ni un pelotazo, ni una patada mal dada, ni un gesto de la caverna. Bien vestido y con garbo, desplegó sobre el tapete del Calderón una propuesta desconocida, sin atajos, a la que solo le faltó el gol.

Pero a pesar de no llegar a destino, el conjunto rojiblanco disfrutó del camino. En una primera mitad reveladora, por su simpleza, Manzano rescató conceptos de la balda alta de la estantería. Posesión, paciencia, elaboración, pase, apoyo, zona, juego coral, confianza. La entelequia, al parecer, pasaba por no zumbar el cuero, sino dirigirlo al compañero más cercano. La solución no estaba en correr despavorido, sino en respirar y dejar rodar el esférico. Como en una epifanía redentora, las cabezas se han despejado. Perea personificaba mejor que nadie esa transmutación: 44 entregas, 43 aciertos. Lloren.

La sesión matinée dejó con hambre al Calderón, que se marchó sin goles, pero mostró que la caldera de Manzano cuece a fuego lento. A falta de ingredientes claves, de momento huele mejor que sabe. Pero es que el plan incluía a Falcao. 97 días después de que Agüero anunciara su marcha, el Atlético no tenía listo a su sustituto, el fichaje más caro de toda su historia. El transfer del colombiano, el documento que autoriza un pase internacional a un futbolista, la licencia que acredita el traspaso, la transacción de facto, en definitiva, no estaba completada.

Así que Manzano tiró de su cuadrilla veraniega en el inicio liguero. En el arco, el juego de pies de Courtois le ha hecho ganar la partida a Joel, y el equipo lo agradece. La fe en la pelota es inmensa. El equipo transpira, se relaja, disfruta. Si la jugada no sale, balón hacia atrás y vuelta a empezar. En ese cuadro ha crecido Mario Suárez, con un cuadernillo de soluciones para cada aprieto inesperado. Aún así, el canterano hace aguas cuando debe pivotar el trabajo defensivo. Su agilidad en la salida se difumina por su dificultad para contener su zona. Acude a terrenos que no le incumben, pierde la posición y aún se le escapan algunos secretos del equilibro defensivo. De su estabilidad, como la de Busquets en el Barça, depende la armonía del equipo.

El balón trotaba por el pasto y superó sin problemas la primera línea de presión rojilla, pero se enfangó en la zona de definición. Tiago no llegaba, Reyes no compareció en todo el primer acto y la pareja de ataque tenía la mirilla desviada. Un gran giro de Adrián, que tiró una asistencia de tacón, terminó con el balón en poder de Salvio, que lo estrelló en la pierna de Riesgo, lesionado poco después. De nuevo el argentino, que aumentó su actividad antes del descanso, lanzaría un latigazo lejano que escupió el poste visitante. Pero sin gol, todo vale menos.

Para la segunda mitad, un Osasuna más incisivo precipitó el toque de corneta mucho antes del final del encuentro. Con los dos conjuntos desbocados hacia el gol, Silvio creció, Filipe mandó señales preocupantes y sobre todo, Gabi mandó en el manejo de pizarra. Al mediocentro no le acompaña una pericia especial ni una gran capacidad muscular, pero es un superdotado para entender los conceptos tácticos. Domina como nadie los espacios para apretar, pasar o llegar. Su fútbol no tiene mecanismos complejos, pero su sencillez es casi infalible. Encontró a Silvio media docena de veces en una jugada que avanza llevar la marca de la casa y teletransportó la pelota en dos contragolpes que malgastaron Adrián y Reyes, éste último tras un gran latigazo a la madera.

Con los depósitos vacíos, el partido se volvió más plano, a pesar de la aparición de Reyes y el debut de Arda Turan. El turco, que tomó el vértice del rombo, se limitó a asegurar el pase y asumir poco riesgo. Con confianza, Suárez se descolgó y acarició una rosca deliciosa que Fernández convirtió en su primera foto para póster. El acelerón final pudo dar el tanto a Osasuna, en un remate de Nino que frotó el palo tras un desaire de Lamah sobre Filipe. Ya sobre la bocina, Adrián recogió un pin-ball y remató sobre el cuerpo de Fernández. No hubo manera. Aunque si falta gol y falta Falcao, la ecuación sale. Pero no se relajen. Si no, esto no sería el Atleti.








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26 de agosto de 2011

merecida europa. VITORIA 0 - ATLÉTICO 4


"Valoro la manera en que interpretamos el partido, los movimientos de los jugadores, su ambición." Manzano.  


El verano más ruidoso de la historia reciente, que ha zarandeado la hagiografía atlética hasta jugar a capricho con los cantos de la grada, ha dejado sobre el césped, sin embargo, sospechas para conjurar que podría haber hoja de ruta. Los sparrings de la molesta previa europea, en lugar de collejear la autoestima, han sido placebo para un equipo que ha revelado merecer retos mayores y que aparenta llegar a toda máquina a la línea de salida liguera.

La demostración de poderío en Guimaraes, con media docena de jugadores que no pintan en las quinielas del once de gala, confirma un agosto impecable, con pleno de victorias, diez tantos anotados y solo uno encajado. Manzano, que fijó la mirada en lo disponible a la espera de fotos que forren carpetas, ha construido un grupo estival fiable, creído, con capacidad para ejecutar más de una velocidad, con recursos para la pausa y la electricidad. Y abierto a cambio de cromos, como se vió en el debut de Courtois en el marco.

Ante el Vitoria, el equipo se entregó de nuevo al mando de Gabi, superada adolescencia, y al revuelo que organizaron Adrián y Salvio en el atrezzo defensivo portugués. El argentino, precipitado, ansioso, percutor, solo tiene una marcha: hipervelocidad. Insistente con una gama reducida pero efectiva de jugadas, enchufó al equipo desde el pistoletazo. Antes del primer minuto, tumbó la verja local y se coló hasta Nilson, donde se dejó caer con pompa, precipitando el penalti. A los once metros acudió altivo Gabi, que torció la bota con desdén y engañó la caída a plomo del portero brasileño.

El Atlético se dejó ir, para goce de su pareja ofensiva, que mezcló una vez más con Salvio asistiendo y Adrián anotando el segundo por la calle del nueve. El asturiano es buen negocio. La histeria de Salvio, además, le permite matices. Pocos delanteros se suben tanto la visera, mantienen esa atención a lo que ocurre en su periferia. Y de momento, no hay noticias de su fobia al gol. Al chico le tocaría hacer también el tercero, ya en el segundo acto. Silvio se desfogó en una cabalgada que Reyes cabeceó en plancha, dejando el balón muerto para el remache final del asturiano. Becario veraniego con cifras sin camuflaje: ocho tantos en nueve partidos, cinco en el Europeo sub 21 y tres más en la previa de la Europa League.

Manzano había dado entrada a Elías al descanso, última prueba para tirarle el último pulso extracomunitario a Salvio y Miranda, que deberá resolverse en los próximos días. En otra colada de Silvio, desatado, llegaría el cuarto. Koke, recién llegado, mandó a la carrera al lateral, cuyo centro empaló a la red Salvio desde el segundo palo. Más sencillo de lo esperado. A menudo hay esa sensación cuando se hacen los deberes.

A pesar del bajo calado de los rivales, Manzano está sabiendo saltar sus vallas. En términos atléticos, los oponentes menores a menudo dan el estado de la cuestión con mayor fiabilidad. Su propensión al vértigo y la incomparencia en encuentros asequibles lastra desde hace años su rendimiento en el campeonato regular. El éxito de este curso se medirá en la capacidad que el equipo tenga de no perder los partidos que no debe perder, más allá de lograr victorias épicas. Las señales actuales transmiten seguridad, ambición y variedad de recursos. A pesar de un verano de portadas infinitas, sobre el césped apareció un equipo.


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19 de agosto de 2011

asoma elías. ATLÉTICO 2 - VITORIA 0


"Elías ha revolucionado el partido." Manzano.
 

Elías Mendes, ese chico extraño, siempre sospechoso, aterrizado hace seis meses y aún con aire distraído cada vez que pisa césped. Futbolista de quinielas cuando toca recortar plantilla, convocatoria o cupo extracomunitario. Descarte, duda, problema. Adquisición sospechosa del viejo Pitarch, porque brasileño y porque Pitarch. Mediano pedigrí, chivo expiatorio. Ese Elías.

El brasileño, al que nadie esperaba, se bastó ante el Vitoria Guimaraes de media hora y dos fogonazos de cazador para empujar al Atlético hacia la fase de grupos europea. Inconstante para el proceso artesanal del juego, Elías tiene ese olfato extraño de llegador al hueco tan propio de culturas balompédicas desapegadas del rigor táctico. Maneja los espacios y tiempos de la segunda línea, sabe desaparecer, agazaparse y esperar. Y cuando asoma, muerde. Manzano le hizo volar en la segunda mitad, en un sistema que, más allá de nomenclaturas, pretende encontrar posiciones a futbolistas, y no al revés. El empeño del técnico podría darle acomodo definitivo al brasileño si primero consigue resolver el sudoku foráneo, donde Miranda, Salvio y el propio Elías pelean un par de plazas.

Porque la tercera será para Falcao. La aparición espectral del colombiano en los videomarcadores del Calderón precipita los estados anímicos de la grada. La ansiedad está tomando un giro inquietante, algo esquizo. El estadio desdobla personalidad, odia históricos, adora desconocidos. Hormonada por huidas, escondites, sábanas y portadas de prensa, la afición vive histérica, excitada, desbordada por su propia incapacidad para renovar ídolos con naturalidad. No sabe a quién odiar ni a quién amar. Las furias al palco se han teledirigido al último héroe caído e incluso al rival vecino, que tanto pinta en la construcción mental de esta parroquia. El calor aprieta los cerebelos, que transpiran bilis dejando salir xenofobia -Marcelo- y defunciones deseadas -Agüero, Mourinho-. El margen para descabalgar emociones en el fútbol no es infinito. Quizá la revuelta agenda madrileña extrafutbolística de los últimos días haya prendido mechas. De cualquier modo, el Calderón es estos días un ambiente hostil y ajeno al pensamiento neutro. Y Forlán en la grada, esperando destino. El verano de los veranos de los últimos tiempos rojiblancos.

En el césped, Manzano ha quitado el corsé del dibujo y parece dejar flotar a cada uno en su sitio. Así, Reyes es dueño de su propia libertad, sin grilletes, trotando en una franja central tan ancha como a él le plazca que sea. Delante suyo, Adrián y Salvio bailaban cada cual su repertorio, más afinado el asturiano, que crece a arreones. La manga ancha del técnico amplía la capacidad de movimiento de jugadores como Silvio o Tiago, desbocados en sus apariciones ofensivas. El lateral estrelló un zurdazo delicioso en la madera y el mediocentro calzó un remate de espaldas tras un gran pase interior de Gabi, otro de los más entonados. Es definitivo que el madrileño es el hombre de confianza de Manzano para la cocina. Futbolista sin estridencia y apenas aristas, ha madurado hasta entender sus deficiencias y saber exponer sus cualidades con normalidad.

El Vitoria, dócil pero ordenado, defendió con obediencia mientras tuvo todos sus miembros sobre el campo. Pero en un suspiro, perdió a Joao Pablo, que atropelló a Adrián, y el Atlético ganó a Elías. El campo se inclinó. Quedaría algún susto visitante, como el remate de Targino a la madera, pero pronto llegaría el primero de Elías, al cabecear con ímpetu un revuelo de Adrián. Y el segundo, en un remate preciso tras nueva asistencia del asturiano. Ante la ausencia de grandes rostros, ha tomado el Atlético un silencioso espíritu coral, sin dependencias y repleto de secundarios aplicados. Válido ante el quinto clasificado portugués, a falta de ensayos mayores.






















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5 de agosto de 2011

mano de pintura. STROMSGODSET 0 - ATLÉTICO 2


"El choque no fue fácil ni cómodo." Manzano.


La pretemporada oficial del Atlético sigue deparando encuentros de cartón-piedra. Al conjunto rojiblanco, a medio cocer, le faltan casi todos los elementos que un equipo necesita tener en ritmo de competición, y en realidad, tiene el nivel que casi cualquier equipo tiene a primeros de Agosto. Lo insufrible es tener deberes a estas alturas del calendario. Le bastó, sin embargo, un par de pinceladas de Reyes para camuflar sus desperfectos y adelantar a la siguiente ronda previa, que promete idénticos sudores.

El utrerano cabeceó granuja todo el partido, entre el sopor y el desdén de quién queda obligado a sufrir semejante bodrio. Le bastó abrir el ojo un par de veces para golpear el partido y sellarle al Atlético el pasaporte. Tres goles y una asistencia le confirman como el flotador con patito de la eliminatoria, una piscina de hacer pie que por momentos pareció el cruce del estrecho. Su conexión con Adrián, dicho sea de paso, es el último grito futbolístico en el Manzanares. El primer tanto, madrugador, lo firmó el asturiano en una contra campo a través gracias a un pase con catalejo de Reyes. Bastó para dar color al afeado decorado veraniego del equipo atlético.

El Stromsgodset, nivel Primaria, dobló al Atlético en posesión y terminó por meterle en más apuros de los previstos. Manzano también colaboró lo suyo. La inclusión de Assunçao por Tiago fue un mensaje timorato que certificaba la toma de precauciones y el paso a modo alerta. Demasiado pronto y demasiado débil rival para mandar anuncios tan asustadizos. La solución de prudencias defensivas se completó con la suplencia de Filipe Luis en lugar del capitán Antonio López. Excesivo.

El resultado fue un equipo veinte metros más atrás de lo conveniente y patoso con el balón. Desde luego, no ayudaba el tartán artificial noruego, que levantaba una nube de caucho en cada peloteo. Pero tampoco hubo intenciones transgresoras en el mediocampo atlético. Assunçao sembró de infracciones su parcela, mientras Gabi gastaba todo su oxígeno persiguiendo a Abu, juvenil a préstamo del City, que fue creciendo durante la tarde hasta convertirse en el señor del partido.

El Atlético patinaba con el balón y titubeaba atrás más de la cuenta, pese al empuje que aportó Perea. El colombiano, coleccionista de acciones siempre para el videoresúmen, sigue siendo el defensa más fiable del Atlético. También se sumó la solvencia de Joel, que no titubeó en las situaciones menores, gesto que a menudo transfiere el plantel a su acopio de confianza.

El Godset es tan primitivo que tiene cierto encanto. Sus rudimentos dejaron varias llegadas a trompicones y algún susto no tan menor. La mirada compasiva de la retaguardia atlética le concedió dos balones a Sankoh que terminaron silbando la madera, el segundo tras rechazar en el cuerpo de Domínguez. Al rato, Andersen erraba un cabezazo en el área, en parte porque a Assunçao no se le pasó por la cabeza dejar de agarrarle.

Por más que Manzano agitara a Reyes y Salvio a permutar los costados, apenas hubo noticias del argentino, que protagonizó una de las acciones absurdas del verano. Penetró en el área, tropezó o algo parecido, y en el aire quiso comenzar a fingir el penalti, pero le quedó un escorzo indescifrable que terminó por hacerle caer de costado, pero con suficiente pericia como para terminar impulsando la pelota hasta la red. Amarilla. Por todo. Terminó siendo relevado por Juanfran.

El segundo acto no dejó nada más. El mismo amago balompédico, pero más insoportable. Reyes se desperezó por eso de salir arreglado en la tele, y firmó algún arreón solitario, de rufián. En esas, recibió un cambio de juego estupendo de Forlán y cabalgó hasta batir por bajo a Larsen con su pata de palo. El sevillano trotó con un ademán de celebración, de pachanga de playa, antes de meterse a la bocana con el pitido final. Sinvergüenza.


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