"Ya habéis visto los minutos de Forlán. Juzgad vosotros." QSF, entrenador.
"No había que señalar a nadie." Antonio López, capitán.
"No había que señalar a nadie." Antonio López, capitán.
La racha goleadora que trajo el entusiasmo a orillas del Manzanares durante unas semanas ha dejado paso a una tierra baldía donde los errores defensivos no disminuyen de calado, pero la ambición goleadora tiende cada vez más a cero. De anotar 12 goles en los anteriores 4 partidos, se ha pasado a la victoria con apuros en Coruña, el paseo que se dió el Málaga la semana pasada por el Calderón y la lastimosa derrota en Santander, donde el Atlético disparó una sola vez entre palos. El gol.
Aupado a la chepa de Agüero, el equipo trotaba seguro, porque sus errores en defensa los corregía el acierto goleador de su frente ofensivo, especialmente inspirado. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, al Kun le ha entrado un hipo extraño y, alrededor, sus compañeros se han quedado mirando como quien ve pasar una vaca, sin capacidad de reacción. Es la dependencia en su mayor grado de expresión.
En Santander, al conjunto de Marcelino le bastaron dos ramalazos aislados de sus troteros suecos, Kennedy y Rosenberg, para meter al Atlético en un embudo mental del que le fue imposible escapar. Ambos tantos, como es tradición, penosamente defendidos por los rojiblancos, en una endemia que sería materia de estudio para expertos de la coordinación y el habitat de los bípedos.
Bien es cierto que las bajas obligaban a una defensa de circunstancias -tres cuartos de suplentes- que, sin esfuerzo, igualó a la habitual en peripecias sin sentido. El harakiri está vez lo firmaron una coreografía grupal en el primer tanto, con foto finish de un inerte De Gea; y un horrible Domínguez, en el segundo. El canterano, que aparecía por las ausencias de Perea y Godín, confirma con su rendimiento la fe que le ha retirado Quique este curso. Ha perdido mucho de lo que le hizo ganar elogios hace apenas un año, y aunque quizá tenga que ver con su falta de regularidad en el once, es igualmente cierto que podría haber conseguido más continuidad estando acertado en sus apariciones residuales. Precisamente, si la zaga se sostuvo a ratos, fue por la presencia de Ujfalusi, desplazado al centro como apagafuegos de sus colegas de retaguardia.
Aún así, el gol cayó pronto del lado Atlético. En una jugada de chiripa, tras un saque de esquina y un par de rechaces, el balón fue a parar a la frontal, donde apareció insospechadamente el bigardo de Mario Suárez para templar con suavidad la pelota a la red de Toño. Trotó un rato el Atleti con el marcador a favor hasta que una falta lateral botada por Kennedy y defendida por los hermanos Marx dió finalmente con el empate. Antes del parón, Antonio López, especialidad de la casa, mandó un libre directo teledirigido que escupió el larguero antes de ser definitivamente rechazado por la zaga cántabra.
La simpleza del planteamiento de Marcelino fue aniquiladora. Mandó buscar a Rosenberg y Dos Santos sin intermediarios, vía Henrique, que fustigó a la grada con un concurso de pelotazos durante gran parte del encuentro. El técnico racinguista ordenó retrasar la línea defensiva hasta la corona del área, donde ahogó los espacios de Agüero y Reyes, dúo atacante de los rojiblancos. Con semejante distancia, el campo se le hizo enorme al Atlético, que dominó sin problemas la distribución con Suárez y, especialmente, Tiago -85/103 en pases-. Pero unos metros más adelante, al Atlético se le apagaba la luz. Ni Elías ni Koke, falsos extremos, lograron protagonismo por dentro y el equipo caminó en la oscuridad.
Como resolución final, Domínguez cometió todos los errores que puede cometer un defensa en un par de segundos. Con la posición ganada ante Rosenberg, estuvo blandísimo en la cobertura. Cubrió el balón por fuera y se dejó comer el espacio por el atacante escandinavo, que no es precisamente un velocista. Después perdió el choque pese a que le saca un palmo de anchura de hombros y, finalmente, se fue al suelo cuando podía haberle achicado el espacio. El remate del sueco se coló por el palo corto sin que De Gea tampoco se empeñara demasiado en evitarlo. Retrato de actualidad de la pareja defensiva de moda hace no tanto tiempo. Estuvo mejor el guardameta con una mano velocísima ante el giro de Dos Santos, que poco después repitió remate, esta vez rechazado por la madera. La reinserción del mexicano en su vuelta a la Liga española es evidente: ha liderado la lucha por la permanencia y suma cinco tantos vitales en el tramo final.
Quique gastó la última la bala de Forlán, de fogeo desde hace tiempo, y terminó por perder el duelo táctico ante Marcelino, que acabó con cuatro laterales sobre el campo. El Racing certificó su permanecia en Primera durante una campaña más y el Atlético confirmó que su autoestima depende inevitablemente de su dominio de las dos áreas. O dicho de otro modo, que los defensas no tropiecen y que aparezca Agüero.
Aupado a la chepa de Agüero, el equipo trotaba seguro, porque sus errores en defensa los corregía el acierto goleador de su frente ofensivo, especialmente inspirado. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, al Kun le ha entrado un hipo extraño y, alrededor, sus compañeros se han quedado mirando como quien ve pasar una vaca, sin capacidad de reacción. Es la dependencia en su mayor grado de expresión.
En Santander, al conjunto de Marcelino le bastaron dos ramalazos aislados de sus troteros suecos, Kennedy y Rosenberg, para meter al Atlético en un embudo mental del que le fue imposible escapar. Ambos tantos, como es tradición, penosamente defendidos por los rojiblancos, en una endemia que sería materia de estudio para expertos de la coordinación y el habitat de los bípedos.
Bien es cierto que las bajas obligaban a una defensa de circunstancias -tres cuartos de suplentes- que, sin esfuerzo, igualó a la habitual en peripecias sin sentido. El harakiri está vez lo firmaron una coreografía grupal en el primer tanto, con foto finish de un inerte De Gea; y un horrible Domínguez, en el segundo. El canterano, que aparecía por las ausencias de Perea y Godín, confirma con su rendimiento la fe que le ha retirado Quique este curso. Ha perdido mucho de lo que le hizo ganar elogios hace apenas un año, y aunque quizá tenga que ver con su falta de regularidad en el once, es igualmente cierto que podría haber conseguido más continuidad estando acertado en sus apariciones residuales. Precisamente, si la zaga se sostuvo a ratos, fue por la presencia de Ujfalusi, desplazado al centro como apagafuegos de sus colegas de retaguardia.
Aún así, el gol cayó pronto del lado Atlético. En una jugada de chiripa, tras un saque de esquina y un par de rechaces, el balón fue a parar a la frontal, donde apareció insospechadamente el bigardo de Mario Suárez para templar con suavidad la pelota a la red de Toño. Trotó un rato el Atleti con el marcador a favor hasta que una falta lateral botada por Kennedy y defendida por los hermanos Marx dió finalmente con el empate. Antes del parón, Antonio López, especialidad de la casa, mandó un libre directo teledirigido que escupió el larguero antes de ser definitivamente rechazado por la zaga cántabra.
La simpleza del planteamiento de Marcelino fue aniquiladora. Mandó buscar a Rosenberg y Dos Santos sin intermediarios, vía Henrique, que fustigó a la grada con un concurso de pelotazos durante gran parte del encuentro. El técnico racinguista ordenó retrasar la línea defensiva hasta la corona del área, donde ahogó los espacios de Agüero y Reyes, dúo atacante de los rojiblancos. Con semejante distancia, el campo se le hizo enorme al Atlético, que dominó sin problemas la distribución con Suárez y, especialmente, Tiago -85/103 en pases-. Pero unos metros más adelante, al Atlético se le apagaba la luz. Ni Elías ni Koke, falsos extremos, lograron protagonismo por dentro y el equipo caminó en la oscuridad.
Como resolución final, Domínguez cometió todos los errores que puede cometer un defensa en un par de segundos. Con la posición ganada ante Rosenberg, estuvo blandísimo en la cobertura. Cubrió el balón por fuera y se dejó comer el espacio por el atacante escandinavo, que no es precisamente un velocista. Después perdió el choque pese a que le saca un palmo de anchura de hombros y, finalmente, se fue al suelo cuando podía haberle achicado el espacio. El remate del sueco se coló por el palo corto sin que De Gea tampoco se empeñara demasiado en evitarlo. Retrato de actualidad de la pareja defensiva de moda hace no tanto tiempo. Estuvo mejor el guardameta con una mano velocísima ante el giro de Dos Santos, que poco después repitió remate, esta vez rechazado por la madera. La reinserción del mexicano en su vuelta a la Liga española es evidente: ha liderado la lucha por la permanencia y suma cinco tantos vitales en el tramo final.
Quique gastó la última la bala de Forlán, de fogeo desde hace tiempo, y terminó por perder el duelo táctico ante Marcelino, que acabó con cuatro laterales sobre el campo. El Racing certificó su permanecia en Primera durante una campaña más y el Atlético confirmó que su autoestima depende inevitablemente de su dominio de las dos áreas. O dicho de otro modo, que los defensas no tropiecen y que aparezca Agüero.
2 comentarios:
Dios, temo por la EL...
Aunque como hay gira en China o vaya usted a saber donde, quizás es preferible para muchos quedar octavos a quedar séptimos.
El futuro es esperanzador. Sin Tiago, sin Forlán (el Forlán bueno, no éste)...
Faltan recursos. Si Domínguez es una sombra, Ujfalusi está viejo y Godín empeora en vez de mejorar, ya me diréis donde está el problema.
Porque ya son muchos defensas los que han pasado por aquí y el rendimiento sigue siendo de risa, esté quien esté. Con decir que Perea ha sido el mejor defensa este año ya es decirlo todo.
Por cierto, Elías no vale para el juego del Atleti. Lo dije cuando se fichó y lo digo ahora.
@Nonimo. No te vengas abajo, una mala semana, sin más. Hace cinco días estabamos con las cuentas para Champions... Se irán unos, vendrán otros, algunos mejorarán y el equipo seguirá siendo competitivo. En los últimos cinco años: 3 finales, 2 títulos, 2 clasificación Champions y todos los años en Europa. No quita que haya sido un año malo, no tiene excusa un 7º puesto, pero siempre hay donde rascar...
Publicar un comentario