Ante la lesión del argentino y la intermitencia del uruguayo, acudió Flores a todo el talento disponible. Centró a Reyes detrás de Costa y aisló a Mérida en el costado diestro. La apuesta tuvo cierto interés, pero con el sevillano cayendo a la banda y el catalán buscando socios, ninguno supo muy bien que franja ocupar. Más animoso estuvo Simao, aunque echó de menos el aporte de Filipe, más timorato que de costumbre.
Así, la primera parte fue un tostón. El Getafe se arregla porque la apuesta de Míchel sigue siendo tan intrépida como sencilla: al fútbol por el toque. Armado en torno al despliegue de Boateng, mediocentro de cemento pero aseado con el balón, el Getafe se aplicó en la salida rápida, más contragolpeador que otras veces. Parejo guiaba y las alas lanzaban, especialmente Manu, que pudo marcar en algún disparo lejano.
Resume muy bien que lo más destacado del bando de Flores en la primera media hora fuera un rebote. Despejó Codina, pegó en Reyes y el balón a punto estuvo de acabar en la red. Donde no llegó el grupo tuvo que aparecer el talento individual. O algo parecido. Simao templó una falta a media altura, la barrera de recreo getafense se abrió, el balón fue al palo, luego a la espalda del portero y terminó por arreglar la tarde rojiblanca.
Volvieron a marcar Costa y Simao.
En el descanso, estuvo valiente Míchel, que retiró a los laterales y dió entrada a Casquero y Rafa. Se descompuso el mediocampo getafense, primero al reubicarse Víctor Sánchez en el lateral diestro, y definitivamente con la sustitución de Boateng por Gavilán. Entonces sí encontró acomodo Reyes, que apareció un par de veces en posición de trequartista. En la primera, mandó una pelota a pocos centímetros del palo tras driblar dos rivales. Después encontraría la cabalgada de Valera, que se coló hasta la línea y cedió a Diego Costa para cerrar el partido.
Mostró mejor versión el Atlético con viento a favor, ya con Forlán, que había saltado al campo entre silbidos. Con el uruguayo el equipo creció y la grada pudo festejar algo. Se afianza el Calderón como fortín, donde solo el Barça ha conseguido marcar; pero sobre todo el peso goleador de Simao y Costa, que acaparan los seis tantos de los últimos cinco encuentros, tres cada uno. Esperando a Agüero.
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